La lumbalgia puede aparecer de forma repentina o progresiva y tener un carácter agudo (normalmente suele remitir por completo en 2 semanas aproximadamente) o crónico (cuando supera los tres meses de duración).
En cualquiera de los dos casos, las sensaciones que describen nuestros pacientes son, entre otras (puede que coincidas con ellos en una o varias):
PRINCIPALES
SÍNTOMAS
- Un dolor en la parte baja de la espalda –entre el margen de las costillas y el glúteo–, cuya magnitud varía en función del caso y del momento: desde un pinchazo o una simple molestia hasta paralizarse por la intensidad.
- A veces ese dolor irradia a la pierna. Otras no.
- Sensación de presión y/o quemazón en la zona.
- Debilidad muscular.
- Estar limitados a la hora de realizar movimientos básicos que antes hacían sin dificultad (caminar, realizar ejercicio, acarrear pesos, adoptar determinadas posturas como estar tumbado y sentado o permanecer tiempo de pie, empeoramiento en la destreza manual durante el desempeño de su trabajo, etc.).
- Mucha, mucha preocupación, que toma la forma de lo que en IN-FISIO llamamos familiarmente “Y-SIs”: “¿Y si me tengo que pedir la baja?”, “¿Y si ya no puedo levantar a mis nietos?”, “¿Y si tengo que estar dependiendo de mi mujer para levantarme del sillón?”… “¿Y si me quedo así para siempre?”.
Orientarte en tu dolor: por qué ocurre, qué puedes hacer para minimizarlo, resolver cualquier duda que tengas…
Fundamental: intervenir y establecer un tratamiento que impida que tu caso se cronifique.
No hay dos pacientes iguales y no hay dos tratamientos iguales. Es por esto que la evaluación inicial resulta crucial: en ella convertimos en protagonista a tu dolor, haciéndote preguntas para que éste nos explique por qué se está manifestando.
A partir de aquí trabajaremos juntos en dos sentidos:
TÉCNICAS CONTRA LA